Momentos difíciles

Evidentemente será una casualidad pero me resulta curioso que acabo de leer el primer libro que consigue llamar mi atención después de casi seis años de intentos (desde que nació Sofia y mi vida se transformó en abnegada dedicación maternal) y cuando miro en qué día vivo, me encuentro con que es día 10 de agosto, justo tres meses desde que Carlos nos dejó.

Hace unos nueve que no escribo nada. Prácticamente todo el invierno, la primavera y parte del verano. Y no por falta de acontecimientos sino por el esfuerzo psíquico y moral que ha supuesto para mí sobrellevar el día a día. Y después, por un total bloqueo mental.

Desde el diagnóstico de la puta de enfermedad de Carlos, mi máximo empeño fue encontrar una explicación y sobre todo una solución. O más que una solución, una tabla de salvación. Porque sí, estábamos en medio del océano más cruel y frío, lo peor de lo peor, una enfermedad sentenciada desde el minuto uno, un laberinto sin salida, un final anunciado que, lógicamente, no queríamos ver. Me pasaba las noches buscando información. Le enviaba por WhatsApp a mi hermana cualquier artículo médico, revista especializada, noticia de prensa…, cualquier halo de esperanza era genial para superar un día más. La operación y la quimio hipertermica eran nuestra salvación. Llegue a convencerme de que incluso la curación era posible.

En pleno apogeo de la enfermedad de Carlos, volví a llevarme un gran susto con el pecho. Una hiperplasia atípica en el pecho izquierdo me obligó a pasar de nuevo por el quirófano y un sinfín de pruebas, esperas y diagnósticos en la más estricta intimidad para no añadir más sufrimiento del que estábamos padeciendo en casa. Por suerte, y en principio, todo fue bien.

Pero lo peor fue el desenlace. No podré olvidar jamás sus últimas horas consciente. La pena, el sentimiento de injusticia, su tristeza -y la nuestra-, su total revelación contra lo que ya sabia evidente, su cabreo con el mundo por la putada que le había tocado vivir,…y después de todo eso, su ausencia, el vacío, la impotencia, y sobretodo, la pena y la tristeza. Es lo que me queda de su recuerdo justo tres meses después. Y no sabes lo que me jode…me quedo con la pena de no haberme podido despedir de él. El sabía que yo lo sabia. El creía que yo era la única que lo sabia. Y aunque no era así, y aunque el y yo siempre nos habíamos entendido muy bien hablando, fui tan gilipollas y tan inoportunamente respetuosa con su silencio, que no hable de nada con el. Y esa es la pena que me queda. Como si haberlo hablado hubiera solucionado algo…seguro que no, pero para mí era fundamental siempre contar con su opinión para las cuestiones importantes de mi vida, y ésta, la más importante de la suya, no fui capaz de hablarla con él. Y tampoco de despedirme cuando le tuvieron que poner la dichosa inyección… Y eso duele, duele, duele…

Abrázame que no te quiero, de Irene Ferb. Lo he leído con la esperanza de que me sirviera de algo. Es sobre la muerte, me dijo mi hermana. Pero no. No sirve. Ojalá fuera cierto…pero es demasiada ciencia ficción. No obstante, me ha servido para dos cosas buenas. Una, leerme por fin un libro con enfermiza ansiedad, y acabarlo un 10 de agosto, tres meses después de la surrealista muerte de Carlos, escribiendo en mi blog en el que no escribía desde hacía mucho tiempo. Por desgracia, a él le dedico este post, a lo que me había resistido durante mucho tiempo. Y ojalá sea algo de cierto el libro, y esté en otra dimension, viéndonos, enviándonos mensajes positivos y ayudándonos a elegir el mejor camino para hacer bien las cosas.

«El sol, mamá. He elegido el sol. Esa será la estrella del abuelo. Y no una de las que vemos por la noche. El sol, porque es la estrella más grande, la que más brilla y la que durante más tiempo del día estamos viendo». Dulce y sabia Sofia…

2 comentarios en «Momentos difíciles»

  1. Se que duele, duele y seguirá doliendo, pero no te reproches nada amiga. No pienses en el y si le hubiera dicho, o hubiera hecho…..no sirve, te lo digo por experiencia -desgraciadamente-.
    Piensa en porque si hiciste, en los momentos felices, y por que no también en los malos. La vida es eso, una de cal y otra de arena, aunque a veces te tocan más también que de otra y no siempre de las buenas.
    Sabía Sofía……ojala volviesemos a ver las cosas con ojos de niño….
    Mil besos, y adelante, que tu puedes…..y ahí estoy yo, para pegarte los empujonesnque me hacen falta aunque yo a veces no pueda conmigo misma 😙

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  2. Sara cuando la pena es tan fuerte, de nada sirven ni los consejos, ni los consuelos, hay que dejar pasar el tiempo, para que duela menos, nunca deja de doler, solo se atenúa, pero no pienses en que no hablaste con él, sino en la unión que habeis tenido como la familia formidable que sois, en la piña que formasteis junto con las niñas a su alrededor, eso es lo más maravilloso para cualquier ser humano, tener ese cariño patente y latente a toda hora. Un abrazo guapa. (la amiga de tu mami)

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